¿LA IRA TE ACOMPAÑA?
Shum po, era un joven monje que vivía en un templo en el lejano Japón, llevaba meses tal vez ya un año que practicaba y estudiaba las enseñanzas del Buddha. Sus maestros estaban contentos con su gran progreso en la meditación, Shum po se tomaba muy en serio su trabajo como monje y quería pronto conocer los entresijos y los misterios de tan milenaria enseñanza. Shum po se levantaba muy temprano para sus prácticas, luego tomaba sus alimentos y pronto se ponía a trabajar en los que haceres del día, a veces sentía que añoraba su casa y su familia pero pronto volvía a la realidad del ahora, ese momento en el que solo Shum po podía ser consciente de sus emociones y pensamientos, todo parecía que iba bien, hasta que se dio cuenta que se había enojado con un monje por no haber recogido su cuenco, eso le llamo la atención y se mostro contrariado por el hecho de estar enfadado por tal evento sin importancia.
Otro día surgió en él, la ira porque después de estar barriendo durante horas el patio, vio como una ráfaga de viento esparció los montones de hojas que había barrido, buscaba una y otra vez el motivo por el que le enojaban ciertas cosas, y por que los acontecimientos que le rodeaban siempre se alineaban para sacarlo de su tan anhelada paz.
Un día Shum po decidió que ya era hora de saber por que todos estaban siempre con la intención de hacerle enojar. Así que esa mañana decidió que iba hacer su practica fuera del monasterio con la sana intención de estar mas asolas consigo mismo y no ser molestado por nadie. Se sentó bajo un almendro con sus hojas de colores pastel, irguió su cuerpo, cruzo sus piernas y cerrando los ojos puso su atención al frente, observando su respiración. Y así poco a poco noto como todo se calmaba, se estabilizaba, su mente y cuerpo eran uno con todo…o no. Unas voces de unos monjes que hablaban a lo lejos fue poco a poco entrando en su cabeza, y así la irritación comenzaba a ser cada vez mas notable. – por que no pueden callarse o hablar mas tranquilos??- pensaba Shum po.
Así que, para no enfadarse más, decidió ir cerca del lago para apartarse mas del monasterio y seguir su práctica, una vez mas junto al embarcadero se sentó en la orilla, irguió su cuerpo, cruzo sus piernas y cerrando los ojos puso su atención al frente, observando su inhalación y exhalación y una vez mas su cuerpo y su mente se unificaban, y Shum po se sentía bien por ello, su ira se aplacaba por que ya no oía voces a su alrededor…o no. Una barca de un pescador llego al embarcadero, y el pescador hacia su trabajo bajando redes y aparejos, la pesca del día, etc., y otra vez la ira se hacia dueño de Shum po, esta vez era mas latente, más notable, estuvo a punto de levantarse y recriminarle al pescador su actitud, pero entendió que eso no era correcto ya que el pescador solo hacia su trabajo, - como iba a recriminar semejante acto, y mucho menos un monje budista-.
Una vez más Shum po decidido a cumplir con su práctica, se subió a una barca visiblemente alterado, y remo hasta el centro del lago, y allí por tercera vez en la mañana, irguió su cuerpo, cruzo las piernas y cerrando sus ojos puso su atención al frente, su respiración poco a poco se iba normalizando, entre el esfuerzo de remar y la ofuscación tenia mucho que calmar, y así observando sus formaciones mentales y corporales, Shum po conseguía calmarse, sereno, atento, estaba convencido de que su enfado era producto de todos y todo lo que le rodeaba, y así meditando tal vez ya por alguna hora estaba muy sereno…o no. Otra barca chocó con la suya haciendo un ruido que le saco de su practica de manera abrupta y repentina. Shum po ya no podía mas y reaccionado a lo que sucedía, abrió los ojos dispuestos a recriminar al barquero su torpeza. Para su sorpresa, la barca que había chocado estaba sola, sin nadie, y pronto comprendió que tras coger su barca accidentalmente había soltado la otra, y la corriente hizo el resto. Su enfado, su enojo nunca se había ido, siempre había estado con él, bajo el almendro, en el embarcadero y hasta en mitad del lago, su enfado estaba en él, y no en lo que le rodeaban, comprender eso le llevo a estar en paz consigo mismo y a partir de ese momento Shum po dejo atrás los reproches, los enfados y poco a poco su mente se unificaba mas hasta llegar a calmarse y a vivir en paz con todo, con todos.
“muchas veces no nos responsabilizamos de nuestros actos y ofuscaciones, echando la culpa a todos y a todo sin asumir nuestra parte de responsabilidad, debemos ser consciente de ello y observar que al igual que sufro yo, sufren los otros, incluso aquellos que nos lastiman”
